Nuestro último día en Anantapur. La mañana transcurre plácidamente, haciendo las últimas compras en la tienda de la Fundación, despidiéndonos de los trabajadores de RDT, comenzando a preparar los equipajes, lentamente, como queriendo retrasarlo todo y ocultarnos a nosotros mismos que el momento de la partida ha llegado. Por delante tenemos un periplo de casi 25 horas antes de pisar de nuevo nuestras casas, pero eso es poco comparado con la distancia mental que ahora mismo nos separa de nuestra cotidianidad. Sin duda nos espera todavía un largo camino antes de que nos hayamos reintegrado en nuestro entorno habitual, con sonidos, colores y ritmos tan diferentes de los que hemos vivido aquí.
Alí y Basha, nuestros conductores y amigos, aparecen puntualmente a las 6:30 de la tarde para llevarnos al aeropuerto de Bangalore. También están Blanca, Sandra, María, Meritxell y Laura que, tras finalizar su jornada laboral en la Fundación, han venido a despedirse personalmente de nosotros y a intercambiar teléfonos, direcciones de email y algún que otro regalito. Antes de marcharnos pasamos por las oficinas y allí tenemos la suerte de coincidir con Vicente Ferrer que nos regala algunos de sus comentarios y consejos, unas últimas fotos con él y una petición: ¡Tenéis que volver!
Quien sabe, desde luego no van a faltar las ganas de ver de nuevo a David, Icíar, Blanca, Sister Sherly, Alí, Basha, Sunjata, Sheeba y tantos otros trabajadores de la Fundación que, desde sus respectivas funciones en RDT, tanto han contribuido a facilitar nuestra labor; a María, Laura, Meritxell, Dunia, Sandra, Ramon, Joan o Vicenç, con quienes por circunstancias de rodaje o por afinidad personal hemos mantenido un contacto más estrecho durante nuestra estancia aquí; y al resto de voluntarios de la Fundación, a David, Ruth, Mónica, Andreu, Helena, Cristina, Alex y algún otro de quien seguro me olvido, por lo cual pido disculpas, que desde el primer momento nos acogieron con los brazos abiertos, haciéndonos sentir como en casa. Mil gracias a todos. Saber que personas como ellos nos han ayudado a realizar nuestro documental y que algún día lo verán, es algo que sin duda servirá para que nos esforcemos aún más si cabe en realizar una película que merezca su atención.
¡Hasta siempre, RDT! ¡Hasta siempre, Anantapur!